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Mostrando entradas de enero, 2009

EL TORDITO DE LA GABILLA

Cuando el fruto esta sazonado hay que cosecharlo. Los cereales se desmerecen al quedar expuestos a toda suerte de inclemencias. Pero el mal tiempo no había permitido una trilla continuada. Y, ante el riesgo de desgrane por desecamiento, o de que una tormenta volcara el cultivo, se hizo impostergable hilerar el centeno y parte del trigo, para lograr el secado uniforme de las malezas. Hacia un mes que estaba hilerado el cultivo, cuando llego el momento de la trilla. En la primera vuelta del monstruo mecánico, cuando se aproximaba irrefrenable y estridente escupiendo el chorro de paja, sentimos cerca nuestro, un débil bío-bío procedente de la gavilla. Nos acercamos con curiosidad y, en la maraña del trigo, descubrimos un pequeño nido que salvamos de la masacre. Dos huevitos y dos pichones de tamaño de una nuez. Piel desnuda y floja; picos finos y abiertos a más no poder, en un ansioso e incesante bío- bío… Deben ser tordos, porque las hembras, ociosas, ponen sus huevos en nido ajeno. Paj