La naturaleza gritaba de sed : la vegetación mustia, el suelo reseco y agrietado, las aguadas sin vertientes, los cultivos de sorgo, maíz, zapallo... Algunos días, pluviátiles nubes (alto cirrus) arriando conjuntos cual borregadas blancas, subían por el oeste amenazando tormenta que no se concretaba. Otras veces, montañas de cúmulo-nimbos algodonosos y grisáceos cubrían el firmamento; luego, tras abrirse una brecha, se dispersaban, frustrando las expectativas de una lluvia reparadora y gratificante. Anoche, tras algunos rayos y rugidores truenos, cayeron chubascos de gotas gruesas que sonaban como balazos en el zinc. Antes de entornar las ventanas aspiré con deleite el olor a tierra mojada. Tormenta de verano – comentamos -; si no viene una masa de aire frío esto no será mas que un aguacero. Pero en la madrugada arreció viento del Sur y después de cierta calma se precipitó la anhelada lluvia, persistente y apacible. Las higueras dejaron en el suelo, un t
Retazos de una vida contemplativa de mujer sensible que ha podido transmitir a través de palabras la riqueza de su corazón, desgranando fenómenos cotidianos y místicos, de relaciones humanas entrelazadas íntimamente con la tierra, las plantas y los seres vivos, haciendo de la existencia una poesía. Rosa Ansorena