Caminando hacia el tajamar en ¨La Esmeralda del Béquelo 2005.¨. Foto Jota Arthom Cuento de Libro ¨Vivencias¨ de Rosa Ansorena . ¨No hay tareas elevadas ni humildes. El alma se redime humanamente por el trabajo de sus manos.¨ Jorge Waremberg. Manos grandes, anchas y rudas. Se acalambran dormidas y chispean activas. No esperan que el reloj les marque el tiempo ni hay máquina que resista la vibración de sus muñecas combatientes. En el dorso bruñido no crece el vello y la euforia de la eficiencia da relieve y calor a sus venas y tendones. De palmas encallecidas, hechas a toda tarea donde el trabajo ordena y la virtud es vida. Valientes y aguerridas, pero en su ademán, modestas e ingenuas. Recuerdan las manos pintadas por Rembrandt y Jesús carpintero de Nazareth. Ásperas como las hojas del cardo. Y así como la presencia de insectos golosos en la flor del cardo denuncia una entraña con mieles, la mansedumbre de los gestos de esas manos descubre un alma sencil...