El monte nativo, bosque indígena, ribereño o “de galería”, flanqueando cursos de agua ( ríos, arroyos, cañadas) o bordeando lagos y lagunas, es una franja de vegetación primitiva y variada que, paralela a las márgenes, ornamenta y embellece el monótono paisaje de la estepa pratense.
En la franja de suelo húmedo cercana a la ribera, se desarrolla una fronda de especies arbóreas hidrófilas, de régimen fustal, cuyas ramas se arquean colgando espeso follaje para besar el agua; sarandíes, sauces criollos, arrayanes, mataojos…
En suelo humífero y sombrío, retirado de la orilla, entre un bravío briznal de pastos y malezas, la flora arborescente de mayor porte ( monte blanco) sostiene una bóveda de lujuriante armazón enmarañada de verdores, caprichosas sombras, trinos y susurros.
Asociación de árboles, arbustos, enredaderas, plantas epífitas y parasitas, en adaptabilidad, tolerancia y reñida lucha por vivir.
En esa lid, los más vigorosos y corpulentos, los de gran fuste, estiran sus varas verticales hacia la luz cenital emergiendo dominantes de la masa arbórea; son posadero preferido de benteveos, pirinchos y parlatorio ruidoso de cotorras, ámbito del biraró, ceibo, coronilla, anacahuita, guayabo, canelón, blanquillo, chanchal, curupí, sombra de toro, quebracho blanco, arrayán…
Otros árboles, con menos aereación lateral y carenciadas de luz se retuercen y hospedan a las epifitas ( clavel del aire, orquídeas y colonias de “barba de viejo”) que, prendidas o encaramadas en las ramas, sin exigencias de tierra ni de agua, embellecen los umbrosos lugares con flores de brillante colorido y primorosos festones. Acá un guayabo colorado, de corteza pulida y manchada, no resignado a sucumbir en la contienda, se ha impuesto enroscándose, cual una serpiente, sobre un áspero tronco vecino.
Allí, entre rocas graníticas un tala y un coronilla, cubiertos de líquenes, fundidos en un abrazo, simulan ser un solo árbol. Tal vez germinaron y crecieron juntos en la fisura de las pieras y se injertaron por yuxtaposición.
En el sotobosque, los arboles débiles, mohinos y abrumados por la impotencia, dejan trepar sus troncos por las enredaderas ( mburucuyá, dama de monte, campanillas o alverjillas).
Y los aniquilados, viejos y secos, quedan ocultos entre matorrales de arbustos sombrófilos: duraznillo negro, jazmín del monte, chilca blanca, murta...
El arroyo gargariza en un recodo empedrado y rumorea luego lamiendo los desniveles del terreno y las barrancas aterciopeladas de musgo, hábitat de rozagantes helechos ( calagualas y culandrillos).
De pronto, el impacto de un Martín pescador que se zambulle en picada, hace estremecer el camalotal y victorioso alza su presa con el pico, volando al posadero.
Este bosque nativo de flora heterogénea, refugio de la fauna autóctona, presta al hombre servicios de inestimable valor. Es reparo y abrigo del ganado, regulador de las inclemencias climatológicas ( mitigando el rigor de los vientos, las heladas y lluvias torrenciales) y moderador de la erosión, reteniendo tierra y agua de los aluviones abandonados por las crecientes.
Sus ásperas ramas, sinuosas o retorcidas, se cubren en amplios parasoles de intrincada foliación que, en primavera, se emponchan de doradas florecillas aromando las abras en fragantes nectarios que atraen a las abejas. Y en el estío, al resguardo de esas sombrillas, estallan los timbales de las cigarras, gorjean zorzales y jilgueros, en tanto churrinches y cardenales centellean cruzando sus territorios.
En suelos alcalinos y lugares soleados del parque, se destacan algunos arbustos (quebrachos), palmeritas (caranday) y ciertas cactáceas.
Andar por el monte indígena, en contacto con esa plural vivacidad y organización de la naturaleza, observar las particularidades y requerimientos específicos de la fronda, disfrutando del aire surtido de agrestes olores de yuyos cimarrones y apreciando las señales sonoras de la fauna salvaje, es una experiencia que convoca al asombro y al reconocimiento de la armonía e interdependencia planetaria de todo ser viviente.
Hermoso!Me ha encantado leerlo, como andando por ahi. Gracias a Rosa por escribirlo y a ti por recordarlo. Un abrazo a toda esa linda familia.
ResponderEliminarFELICITACIONES por España ....hay otro cuento que es mas propio, con lecturas incorporadas:
ResponderEliminarhttp://casa-grand.blogspot.com/p/los-angeles.html
Allí debes hacer click en "desde el aire"